Cultivar vegetales al mismo tiempo que se recoge energía del sol… es el objetivo de estos invernaderos, que generan la llamada energía agrovoltaica, una apuesta que triunfa por su elevado potencial productivo.
Por un lado contamos con un invernadero que cumple con su función tradicional de proteger a los vegetales de la interperie en una plantación agrícola. Por otro lado, tenemos una instalación de placas fotovoltaicas de las que se obtiene energía solar.
Si esas placas se instalan en los tejados y en las paredes de esos invernaderos, lograremos cultivar vegetales y recolectar energía solar al mismo tiempo. Estaremos hablado entonces de energía agrovoltaica.
Y es que las ventajas de esa combinación son claras:
– Se solucionan gran parte de los problemas de espacio que generan las placas fotovoltaicas, puesto que esta forma de generación de energía necesita grandes terrenos para acogerlas.
– La utilización de esas placas como sistemas de protección de los invernaderos ofrecen un importante potencial generador de energía. Aunque su nivel de eficiencia es algo menor que el de las placas tradicionales, esta circunstancia puede suplirse con la posibilidad de acumular más metros de instalación.
– El coste de estas placas es inferior al de los paneles tradicionales.
– Con este sistema el consumo de energía en los propios invernaderos es mínima, por lo que esto se traduce en un importante excedente de electricidad.
Esta tecnología se ha ido desarrollando en los últimos años, hasta el punto de que ya existen recubrimientos para grandes superficies transparentes, como puede ser una ventana o una pared de cristal, que dejan pasar la luz y que actúan como gigantes paneles solares.
Por el momento, a la cabeza de esta técnica se sitúa China, que planea un inversión de 280 millones en tan sólo tres años para alcanzar una potencia instalada de 150 MW en invernaderos con techo fotovoltaico.